SISTEMA INNATO COMO DEFENSA DE AGENTES INFECCIOSOS
Sistema innato como defensa de agentes infecciosos
El sistema inmune innato corresponde a la primera línea de
defensa contra agentes infecciosos, la mayoría de los agentes patógenos pueden
controlarse antes de que se produzca una infección declarada.
En los seres humanos el sistema inmunitario innato
comprende 3 niveles de defensa, en primer lugar hay una barrera física contra
la infección que es proporcionada por la piel en las superficies externas del
cuerpo, junto con las secreciones mucosas que cubren las capas epidérmicas de
las superficies internas de los aparatos respiratorio, digestivo y
genitourinario. Cualquier agente infeccioso que intente ingresar en el cuerpo
debe primero romper estas superficies que, en gran medida, son impermeable a
microorganismos; es por esto que los cortes y los rasguños que rompen estas
barreras físicas a menudo son seguidos por infección.
El segundo nivel de defensa es proporcionado por el sistema
inmunitario innato, un estrato de defensa con acción relativamente amplia, pero
muy eficaz, que se ocupa en gran parte de intentar destruir a los agentes
infecciosos desde el momento que ingresan al cuerpo. Las acciones del sistema
inmune innato también son responsables de alertar a las células que participan
en un tercer nivel de defensa.
Ante la entrada de un elemento extraño en el cuerpo, la
respuesta inmunitaria innata se produce casi de inmediato. Este tipo de
respuesta no mejora con el encuentro frecuente con el mismo agente infeccioso,
el sistema inmunitario innato reconoce componentes ampliamente conservados de
agentes infecciosos, tales como ciertos complejos moleculares que normalmente
no están presente en el cuerpo. Al detectar un complejo molecular ajeno al
organismo el sistema inmunitario innato monta un ataque inmediato sobre
cualquier elemento que muestre estas moléculas, ya sea tratando de endocitarlo
o atacándolo con enzimas destructivas, como proteasas o proteínas de ataque de
membrana. La intención clara es intimidar al intruso no deseado lo antes
posible. Esto tiene sentido cuando se consideran las tasas prodigiosas de
proliferación que pueden lograr las bacterias: muchas especies bacterianas son
capaces de dividirse cada 20 minutos, sobre todo el entorno del cuerpo humano
ya que les proporciona una gran cantidad de nutrientes. Los participantes clave
en la respuesta inmunitaria innata incluyen los macrófagos, los neutrófilos, y
las proteínas solubles bactericidas (destructoras de bacterias) como el
complemento y la lisozima, aunque muy eficaces, las respuestas inmunitarias
innatas no siempre son suficientes para reducir por completo la amenaza, en
especial si el agente infeccioso está bien adaptado para evitar el ataque
inicial.
P.Delves & Roitt. (2014). Inmunologia fundamentos. México D.F.:
Panamericana. Inmunidad innata. Pp.6-7.
Los principales elementos que participan en la respuesta
inmune innata contra agentes infecciosos son las células fagociticas. Las
células fagocíticas mononucleares están presentes en sangre, tejido linfoide,
hígado, bazo, pulmón y otros tejidos que son eficientes para la captación y
eliminación de material particulado de los vasos linfáticos y torrente
sanguíneo. Incluyen células de revestimiento vascular y senos linfáticos
(células de Kupffer en el hígado) y macrófagos. Una función importante del bazo
es filtrar microorganismos del torrente sanguíneo. Los pacientes que han sido
sometidos a esplenectomía o en quienes el bazo no es funcional (p. ej.,
drepanocitosis) a menudo sufren septicemia bacteriana, en particular con
neumococo y salmonela. La fagocitosis se incrementa en gran medida por la
acción de las opsoninas. Cuando los macrófagos reconocen constituyentes
microbianos, estimulan la liberación de citocinas que causa el reclutamiento de
más células fagocíticas al sitio de la infección. . Las principales funciones
de las células fagocíticas incluyen migración, quimiotaxis, ingestión y
destrucción de microbios. Los microorganismos (y otras partículas) que entran a
los linfáticos, pulmón o torrente sanguíneo son fagocitados por diversas
células fagocíticas. Entre ellas se encuentran los leucocitos
polimorfonucleares (granulocitos), monocitos fagocíticos (macrófagos) y
macrófagos fijos del sistema reticuloendotelial.
Los granulocitos contienen gránulos compuestos de
lisozimas, otras enzimas hidrolíticas, varias proteínas catiónicas, defensinas
(componentes antimicrobianos), lactoferrina y óxidos de nitrógeno tóxico. Los
macrófagos se derivan de las células progenitoras de monocitos en la médula
ósea, tienen una vida más larga que la de los granulocitos circulantes y
continúan su actividad con cifras bajas de pH. Los macrófagos en sangre pueden
activarse por medio de varios estimulantes o “activadores”, lo que incluye
microbios y sus productos, complejos antígeno-anticuerpo, inflamación, linfocitos
T activados, citocinas y lesiones. Una vía de activación del complemento, la
vía alternativa, es muy importante como primera línea de defensa contra las
infecciones por microorganismos. Esta vía
del complemento puede activarse por la presencia de superficies
microbianas y ocurre en ausencia de anticuerpos. Hay varias propiedades
antimicrobianas de las proteínas del complemento que contribuyen a la defensa
del hospedador, lo que incluye la opsonización, lisis de bacterias y
amplificación de las respuestas inflamatorias a través de las anafilotoxinas
C5a y C3a.
La fiebre es la manifestación sistémica más común de la respuesta
inflamatoria y es un síntoma cardinal de enfermedades infecciosas. El regulador
final de la temperatura corporal es el centro termorregulador que se encuentra
en el hipotálamo. Entre las sustancias capaces de inducir fiebre (piógenos) se
encuentran endotoxinas de bacterias gramnegativas y citocinas liberadas por las
células linfoides, como IL-1. Varios activadores pueden actuar sobre los
fagocitos mononucleares y otras células e inducen la liberación de IL-1. Entre
sus activadores se encuentran microbios y sus productos.
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Refrencias: P.Delves & Roitt. (2014). Inmunologia fundamentos. México D.F.:
Panamericana. Inmunidad innata. Pp.6-7.
Carroll K. Jawetz, Melnick & Adelberg's. (2016). Microbiología médica.
México D.F.: McGraw-Hill. Inmunología. Pp.124-126.
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